Un año después
Las cartas y la narrativa escrita en general son una herramienta muy potente en el proceso terapéutico.
En este caso quiero mostraros una carta de un paciente que cuenta su paso por la terapia tras una ruptura de pareja. A la primera sesión, hace aproximadamente un año, acude con unos niveles de ansiedad muy elevados, baja autoestima, estado de ánimo deprimido y con muy poca capacidad para detectar emociones y preferencias y expresarlas. Pero esto sólo es jerga y no dice nada de cómo estaba él en realidad, ni de lo que ha aprendido durante el proceso. Es mejor que os lo cuente él:
Pensando en ello, a veces me asombro de mi evolución en este último año, nunca pensé que pudiera cambiar de este modo, pero lo estoy haciendo, aunque me ha costado muchísimo esfuerzo.
Yo tenía una forma de ser y de pensar que se ha ido al suelo casi totalmente, me siento orgulloso de algunas cosas que he conseguido y de cómo soy ahora en muchos aspectos de mi vida, creo que como persona he mejorado bastante, y así me lo dicen mis amigos, familiares, compañeros del trabajo…
Ahora mismo considero que estoy mucho mejor que antes en muchos aspectos de mi vida, tengo una nueva vida más abierta, con mucha más comunicación con los demás, mucho más sana y activa, aunque en ocasiones aun echo mucho de menos la compañía de otra persona, estaba muy acostumbrado a vivir con ella y es lo que más me cuesta, vivir solo.
También ahora me doy cuenta de que yo estaba en una relación muy cerrada y exclusiva, teníamos muy poco trato con amigos y familiares, estábamos casi todo el tiempo juntos, y al irse ella me sentí muy solo y totalmente abandonado.
Pase muchos meses sin poder decirle nada a casi nadie, tan solo a mis padres y a mi hermana, y eso me hacia darle una y mil vueltas a todo, intentando resolver algo que no era posible resolver porque ella desde el primer minuto se negó tanto a hablar de ello como a intentar resolverlo, creo que ni juntos ni por separado.
Por tanto, lo primero que le diría a una persona en mis circunstancias, o algo similar, es que lo cuente a los amigos y familiares, que lo saque, que pida segundas opiniones u otros puntos de vista, porque darle vueltas uno solo no conduce a nada.
Cuando se lo conté a los amigos y familiares, compañeros de trabajo, vecinos, en fin, cuando ya todo se hizo público, sentí un enorme alivio al hablar de ello, aunque también me costaba muchísimo, en parte era vergüenza, en parte rabia y dolor, en parte frustración… fueron meses muy duros, ahora a penas los recuerdo, no quiero ni pensar en ellos, aunque es cierto que sentí muy cerca el apoyo de algunos amigos y de la familia, muchas horas de conversación y con ellos empecé a ser más abierto y a contarles todo lo que había pasado, siempre claro desde mi punto de vista, jamás nadie escucho la versión de ella o sus razones o motivos sobre nuestra separación.
Pero fueron pasando los meses y en lugar de ir poco a poco encontrándome mejor, era al revés, me sentía metido en un bucle del que no conseguía salir, intentando encontrar motivos y razones que explicaran o me dieran motivos para explicar lo que había pasado, supongo que tergiversando y embrollando recuerdos y situaciones a medida que pensaba en ellos una y otra vez.
Una de las mejoras cosas que pude hacer el año pasado fue buscar ayuda de un experto, y aquí entro Bea en juego, supuso algo dificilísimo para mí, me sentí muchas veces como un autentico idiota llorando en su consulta, pero a la vez era un gran alivio contárselo y escuchar sus consejos.
Supuso para mí un gran cambio en mi manera de pensar, en mi forma de afrontar el hecho de estar solo y no intentar entender ya porque había pasado lo que paso, simplemente aceptarlo y seguir adelante. Había llegado a un punto en el que daban ya igual los motivos y las razones por las que ocurrió todo, ya no quería saberlas, solo quería dejar de pasarlo tan mal y empezar a dormir mejor, a comer mejor y a superarlo. Los meses pasados habían supuesto un enorme desgaste físico, calidad pésima de sueño, sin ganas ni de comer ni de hacer nada, solo buscando la manera de dejar de pensar, de agotarme físicamente para no pensar.
Uno de las cosas que considero más positivas para mi mejoría fue darme cuenta de que no necesitaba ya saber las causas o motivos por los que ella me dejo, en ese momento y también ahora ya eso da igual, y aunque mañana mismo lo supiera ya no iba a cambiar nada de nada, ya paso el punto de no retorno, esa relación y esa vida es cosa del pasado, nunca volverá a ser posible.
En esta época empecé a pensar en apuntarme al club de adiestramiento de perros, y al club de montaña, otras dos cosas que considero de la mejores que hice el año pasado. Me han permitido conocer a mucha gente con unas aficiones afines a las mías, me han hecho moverme muchísimo y tener menos tiempo para darle vueltas en la cabeza a lo mismo de siempre, y me han sacado de mis círculos de trabajo, amigos y familia, ampliando mucho las personas con las que tengo relación, trato y conversación.
Gracias a Bea y a sus consejos, me considero ahora una persona más abierta y extrovertida, ya no me da miedo conocer gente nueva, charlar con ellos, contarles mis cosas, relacionarme.
Por tanto, el segundo consejo que le daría a alguien en que busque un profesional que le aclare las ideas, que le haga pensar, que le enseñe a distinguir los pensamientos distorsionados del resto de ideas que rondan por la cabeza en momentos tan difíciles.